Fuerza Gus

sábado, 9 de julio de 2011

Richard Coleman: “Soy incapaz de mensurar el éxito”



Richard Coleman publica un disco solista empujado por las musas y las circunstancias. Sale en 20 días y tiene destino incierto.

En el solista de Richard Coleman hay un tema que suena a Pescado Rabioso pero con el nervio de una banda post punk bailable. La pieza tiene un solo de Gustavo Cerati . ¿Cómo se expresará el sobre interno sobre esa participación?

Coleman: “No me lo planteé de ninguna manera especial. Gustavo ha participado en muchos de mis discos. Personalmente pienso ‘¡Qué bueno que llegamos a hacerlo, qué bueno que encontramos el momento en el estudio y pudimos trabajar en ese tema y no lo dejamos para más adelante!’ Cada vez que lo escucho me da una alegría y expreso ‘¡qué hijo de puta, cómo toca!’ Gustavo está en el disco, y ya”.Leer [+/-]


    Richard Coleman ha cruzado una línea. Sin atender un plan trazado de modo minucioso, y tras casi dos décadas como líder de Los 7 Delfines, se ha convertido en solista. Para que se produzca el desplazamiento de líder a solista el azar hizo sus movidas. Ya se dijo, la situación es más circunstancial que meditada. “Desde la época de Fricción (su primer grupo, de mediados de los ’80) me plantean ‘Richard, ¿por qué no te hacés un disco solista?’ Y porque no, me gusta armar una banda, amarrarme a la mística de estar todos juntos”, revela este músico asociado al pop oscuro con resonancias glam y de buen gusto. “Siempre disfruté del trabajo de equipo –agrega–. Nunca me consideré irrefutable. Pero un día me pregunté ‘¿Como solista perdés la posibilidad de sopesar?’”.

    La decisión de poner su nombre por encima de todo ya tiene sustento de peso. Un disco a publicarse en 20 días y cuyo título no quiere soltar por más tormento medieval que pinte. Todo bien, pero qué razón le ordenó a Coleman que vaya por las suyas. “Estaba metido con Ahí vamos de Gustavo (Cerati), mientras producía Carnaval de fantasmas de L7D. Todo al mismo tiempo, un despelote. Fue ‘Tweety’ González quien me dijo ‘quiero hacer tu disco solista’. Le comenté que me halagaba, pero que creía que no iba a tener tiempo. Eso sí, le prometí que, cuando fuera el momento, sería el primero con el que me iba a comunicar”.

    Y el momento llegó. “Cuando terminé Carnaval de fantasmas, que se hizo entre 2005 y 2008, me picó el bichito de sentarme a componer. Y al tener un disco muy cerca, en especial ése, que me parece el mejor disco que hice con L7D, me resultó lógico que no podía ponerme a competir con ese estándar”, confiesa.

    Así las cosas, Richard se puso a compilar temas y el disco nuevo se le reveló naturalmente. “Pero era 2009 y no tenía una perspectiva clara de cómo sería el año –precisa–. Se terminaba Fuerza natural, pero Gustavo no me había convocado aún
    para la banda en vivo. Me puse a laburar y entonces le dije a ‘Tweety’: ‘Che, ¿te acordás de aquel ofrecimiento?’ Le mostré lo que estaba haciendo y pintó el entusiasmo, mucha pila”.

    Grupo suspensivo
    La obra ya terminada tendrá edición independiente, y supone el comienzo de algo con destino incierto. “Es un disco solista. No es que empieza mi carrera solista. Puede ser. Qué se yo”.

    Esta cita textual deja en claro que L7D es un proyecto que entra en suspenso. “Les dije a mis compañeros: ‘Estoy preparando un disco, producto de una necesidad personal que no da para laburarla con ustedes. Me gustaría que consideraran parar un par de años’. Hubo reacciones diversas, casi todas fueron positivas”, revela.

    –¿Encontraste nuevos modos compositivos en soledad?

    –Me propuse tomarme cuatro meses y hacer un tema por semana, a los cachetazos. Y con el material juntado, hacer una selección que permita suponer que hay una dirección. Me levantaba todos los días temprano y pensaba “¿qué hago hoy?” Me acordé de Hemingway que escribía parado, y también rescaté otros escritores que sólo usaban tinta verde. La idea era conservar un ritual para que cuando aparezca la musa pase y se sienta cómoda. Quería marcar una diferencia, sí.

    –¿Y entonces?

    –Cuando una banda tiene sonido y carácter, a veces no vale la pena irse de ese lugar. En el disco hay baladas que no hubiera hecho con Los 7 Delfines, y un momento electrónico que hubiera quedado desubicado. Hay bastante énfasis en lo vocal, algo que siempre contemplé, sólo que aquí le doy una vuelta más de rosca. Me ocupé de todos los arreglos. Todo lo resolví acá, y luego fue embellecido por los músicos participantes.

    –Siempre se te consideró un príncipe oscuro. ¿Mantendrás esa reputación?

    Hasta donde pude ver, ahora adherís a una oscura sobriedad a la manera de Johnny Cash .

    –No es un delirio tuyo. Es algo absolutamente adrede, una necesidad de salirme de la maqueta dark que, en algún momento, me quedó cómoda. Era más difícil explicar lo que uno hacía y pensaba cuando estaba preso de esa imagen y de lo que ésta generaba en los demás. La oscuridad poética está. Por más que el disco sea un poco más lumínico, la oscuridad está, aunque no prevalece. Soy el mismo tratando de salir de ese personaje. Por otro lado, Johnny Cash era “el” man in black. Lo descubrí cuando se estaba por morir, y no lo solté más.

    –De L7D aún resuena la frase “la felicidad nos está matando”. Y ahora surge la inquietud si la paternidad y la placidez hogareña se filtraron en las nuevas letras.

    –“La felicidad nos está matando” lo tomé como una vuelta de tuerca, como un buen chiste para compartir con mi mujer
    en casa. Todo se filtra, pero el mundo de mis canciones es un mundo que no existe. Es una suma de pequeñas cosas que he vivido pero las he armado como si fuera un potato head. Y de eso salen monstruos y sirenas.

    -Tus bandas fueron las grandes nuevas cosas por venir. ¿Libraste una batalla silenciosa contra la popularidad, hubo un deliberado autoboicot contra la masividad?

    –¡The next best thing! Nunca supe mensurar el éxito. ¿Seis millones de vistas en el YouTube es ser exitoso? En estos últimos años evalué todo lo que hice desde que volví en 2005 (se había autoexiliado en Estados Unidos) y quedé muy satisfecho con los resultados. Todo lo que hice con Gustavo, Carnaval de fantasmas y este disco por venir son obras muy importantes para mí. ¿Qué repercusión tiene todo eso? No sé, no creo ser un músico popular. Sería desconcertante para mí tener repercusión. ¿Cómo fundamentar que no me importe? Cuando reviso mi propia historia, recuerdo no escuchar música comercial sino “la otra música”. No debería sorprenderme seguir con esa actitud al momento de la creación. A fin de cuentas, componer es una situación personal, muy íntima. Luego pienso cómo se la sirvo a los demás.

    Fuente: LaVoz.com.ar

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