Fuerza Gus

viernes, 22 de junio de 2007

“Lo que más nos moviliza es la gente”

Vuelven después de 10 años.
La emoción de Charly Alberti, Gustavo Cerati y Zeta Bosio.
El búnker secreto donde se reúnen.
Los millones en juego.El álbum y recuerdos.





Cinco recitales en River serán el regreso más espectacular de una banda de rock argentina. Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti finalmente se van a reunir a diez años de su separación. Entre tantos rumores, aquí está toda la intimidad de cómo viven, su vuelta y los detalles de este evento multitudinario

La conmoción aún dura. Es más, crece día a día. “Vuelve Soda”. La noticia explotó hace dos semanas y bastó con un rumor para llegar a los titulares de los diarios, la tele, las radios y el
cybermundo de los blogs por internet. “Vuelve Soda”. Parecía imposible, pero es cierto. Miles de personas hicieron largas colas para no quedar fuera del acontecimiento: en apenas 48 horas se agotaron los dos River que se pusieron en venta para el 19 y 20 de octubre. Enseguida se agregó uno más para el domingo 21, y ahora se acaban de sumar dos funciones para el 3 y 4 de noviembre. “Vuelve Soda”, y parece que cinco Monumentales no alcanzan para calmar la ansiedad y la emoción que produce el reencuentro del grupo de rock más importante, popular e innovador de Argentina.

Tres meses atrás, el propio Gustavo Cerati dijo: “Cuando nos separamos, la banda pasó a ser una especie de ex esposa: ¡a ésta no la quiero ver por un largo rato! Y los tres sabemos que para una reunión tiene que haber entre nosotros algún acercamiento emocional real”. Hoy, parece que eso ocurrió, y Zeta anunció en mayo: “¿Cómo no lo vamos a hacer en algún momento? Nosotros lo hemos querido matar y fracasamos, ¡y éramos los que lo habían creado! Lo desenchufamos y sigue andando. Es una locura, pero la pasión de la gente hace que la magia se renueve todo el tiempo”. En ese mismo tiempo, Charly Alberti confesó que el fenómeno de la vigencia de Soda era algo que lo impactaba: “Lo que pasa con Soda no lo entiendo: sigue creciendo día a día. Sí, lo que hicimos fue bueno, pero es loco que vengan chicos de 11 años, que eran bebés de pecho cuando nos separamos, a hacerme firmar discos de Soda Stereo”. Y más adelante, agregó: “Para mí no pasaron diez años: fueron tan vertiginosos, entretenidos, que siento que Soda fue ayer”.
Veinticinco años atrás, ¿quién lo hubiera imaginado? Seguramente ni siquiera ellos en sus fantasías más descabelladas. Gustavo Cerati tenía 22 años y estaba a punto de abandonar la carrera de Publicidad en la Universidad del Salvador, donde conoció a Héctor Zeta Bosio, de 23. El tercero, Charly Alberti, era un poco más chico, con 19, y entró en escena casi de casualidad, por recomendación de la hermana de Gustavo. Querían hacer algo distinto, es cierto, y traer un estilo nuevo al conservador panorama del rock local. Pero se les fue la mano: se convirtieron en una influencia innegable para una (o dos) generaciones de músicos y público de todo el continente.

Lo insólito y a la vez maravilloso, es que gran parte de los que hicieron cola para comprar su entrada… ¡nunca antes los había visto en vivo! Eran chicos de quince a veinte años, que difícilmente hayan estado en River cuando Soda dio su último concierto, el 21 de septiembre de 1997. Tal vez ese deseo colectivo haya sido uno de los factores para que finalmente se produjera este reencuentro, sin problemas de conciencia ni de culpa por embarcarse en un retorno anclado en la nostalgia.

“Sentimos que esto va a ser un gran momento para mucha gente. Eso es lo que más nos moviliza”, fue la única declaración oficial del grupo, que viene cumpliendo con su plan de no dar reportajes y esperar
hasta el mes de septiembre para brindar una conferencia de prensa.

LA HISTORIA SECRETA. Durante los últimos dos años, periódicamente hubo rumores de una reunión de Soda, que sus ex integrantes se encargaban de desmentir en entrevistas sobre su momento actual: Cerati como exitoso solista (en marzo convocó a 250.000 fans a un show gratuito en Capital), Zeta como conductor de programas en Much Music y FM Rock & Pop (además de bajista invitado de Catupecu Machu) y Charly como líder de su flamante grupo, Mole.
Pero detrás de tantos susurros en radiopasillos hubo un hecho real: en el verano del 2005, el productor Daniel Grinbank se puso en contacto con Daniel Kon, autor de libros y guiones de películas como Los chicos de la guerra y La noche de los lápices, periodista que dirigió la primera etapa del suplemento Sí del diario Clarín, y que fuera manager del grupo desde fines de los años ochenta. Fue sólo una conversación telefónica, donde Grinbank comentó que había interés de la gente de Movicom en hacer un gran evento al relanzarse como Movistar. El grupo no parecía interesado en encarar un retorno con los días contados: sólo había un mes para subirse a los escenarios.

El primer antecedente real de esta reunión de Soda Stereo fue en octubre de ese año, cuando el productor Roberto Costa, de la empresa Pop Art, almorzó con Daniel Kon en el restaurante Oviedo, para avanzar en la posibilidad de organizar una gira por todo el continente. Pero no hubo mayores acercamientos hasta casi un año después, cuando la banda se reunió en la casa de Charly Alberti, y se decidió seguir adelante con vistas a hacer algo para la época del décimo aniversario de su separación. Dicen que los tres manifestaron que había buena onda, en contraste con las lógicas tensiones de la última etapa juntos. Aún sin tener sponsor confirmado, en diciembre se hizo el contrato, en las oficinas de la firma de abogados más importante del mundo, Baker & McKenzie, en Retiro. Y desde el mes de abril, se armó un búnker ultrasecreto en un piso en el mismo edificio donde vive Daniel Kon. Se decoró con los cuadros de los discos de oro y platino de Soda, sólo se realizaban comunicaciones con celulares e internet, y se instalaron Fernando Travi (manager de Cerati y actual tour-manager del trío), Marcelo Carballar (socio de Zeta y flamante manager administrativo) y Diego Sáenz (manager de producción). Hubo reuniones con los músicos y el diseñador Alejandro Ros, quien creó dos avisos para publicar a página entera en los diarios del 9 y 10 de junio. El plan fue salir primero con una incógnita de valor poético que los fans entenderían antes que nadie: un logo con tres figuras humanas, sin sponsor alguno, y la sugestiva frase “me verás volver”, un guiño a la letra del hit En la ciudad de la furia, que se le ocurrió a Sáenz. Pero la agencia Télam lanzó un cable el miércoles 6 de junio y se desató la locura. Aun así, deslizaron algunos errores: decían que el regreso se produciría en diciembre, que era inminente una conferencia de prensa y que ya estaban ensayando. El efecto bola de nieve fue imparable. El sábado 9, entonces, todo quedó oficialmente confirmado, incluso en el website sodastereo.com y al día siguiente se anunció la venta de las entradas para dos River. Nadie, ni los músicos ni los productores, imaginaron las colas ni el récord de agotar localidades en horas. El regreso de Soda ya era una realidad y un fenómeno a la altura de la historia del grupo.

También se habló mucho del dinero en juego, con rumores descomunales como la cifra de cinco millones de dólares para Gustavo Cerati y mucho menos para sus compañeros. No es cierto. El contrato divide las ganancias de los músicos en tres partes iguales, aunque es lógico que luego Cerati reciba más en concepto de derechos de autor, por ser el compositor de la mayor parte de los temas. También es lógico que ingrese mucha plata adicional por merchandising de remeras y accesorios.
Y toda la gira será documentada con grabaciones, filmaciones, fotografías y posiblemente textos de un escritor como Rodrigo Fresán. La compañía discográfica que nuclea todos los discos del grupo (tanto de la etapa CBS/Sony Music como BMG) comenzará este mes a realizar lanzamientos especiales en DVD (Ruido blanco, Unplugged y Canción animada) remasterizaciones, inéditos, rarezas o incluso una caja de lujo.

En las últimas reuniones, la frase que repiten los tres músicos es que esta reunión es “una burbuja en el tiempo”, como si el reloj de sus actividades solistas se detuviera por un semestre y en enero volviera a comenzar su tic tac. Están expectantes, entusiasmados y felices.

“Tengo todas mis noches programadas”, decía uno de sus hits. Así parece que serán los próximos días de estos músicos que hicieron realidad el sueño de muchos. Durante seis meses, sus días y sus noches estarán programados dentro de una agenda de ensayos, recitales y viajes. El resultado será histórico y valdrá la pena.


Fuente: GENTE N° 2187 - 19 de Junio de 2007 - Marcelo Fernández Bitar

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